Tener la suerte de poder compartir una pasión con una amiga del alma

Tener la suerte de poder compartir una pasión con una amiga del alma

Ver al equipo oponente frente a la malla, preparar con una profunda respiración una nueva oportunidad de juego, y sentir al lado tuyo el fuego que irradia la energía de tu dupla. Tener la suerte de poder compartir una pasión en común con una amiga del alma.


Nuestro primer encuentro con la Nati fue en un entrenamiento de voleibol piso en la universidad en la que estudiábamos, ella teatro y yo college de ciencias. Era imposible no notar la presencia de esta morenaza en la cancha, hablando apasionadamente, carcajadas fuertes, histrionismo exagerado, físico grandote y con una sonrisa que levantaba el ánimo hasta a la que le iba mal en una prueba. Fue muy divertida mi reacción al verla atacar una pelota y celebrarla ni más ni menos acercandome a ella y diciendole: esooo wachita rica!!! Y acto seguido, impulsada por el entusiasmo,le agarro las pechugas en son de celebración. Nos morimos de la risa, no llevábamos ni una hora recién compartiendo un espacio en nuestras vidas y supimos de inmediato que compartíamos la livianez, el disfrute y lo lúdico de estar vivas.


Nuesta amistad poco a poco fue creciendo, siempre unidas por el equipo de la universidad, por los almuerzos entre clases, por alguno que otro carrete y luego por la selección nacional de voleibol playa. Tuvimos la oportunidad de jugar juntas algunos campeonatos en la selección, en donde viajamos a distintas ciudades de Sudamérica, unas olimpiadas universitarias en Rusia y varios campeonatos nacionales. Guardamos en nuestro corazón el nacional universitario que ganamos en Iquique, y lo recordamps cada vez que queremos conectar nuestra mente y pasión ante nuevos desafíos. Bajo nuestras armaduras de guerreras también guardamos heridas del pasado, lesiones que nos alejaron de las canchas y nos afectaron el ánimo, pero que nos hicieron más fuertes, más responsables del cuidado de nuestro cuerpo y más agradecidas de poder experienciar el plano físico con gracia y fuerza.


Hoy, 10 años después de ese primer encuentro en las canchas de San Joaquín, volvemos a unir caminos en el voleibol playa, en donde nos propusimos no solo jugar la liga nacional juntas después de tanto tiempo, si no que nos comprometimos a buscar nuevos horizontes con este amado deporte en común, en donde ya maduras y profesionales, queremos salir de Chile a probar nuestro trabajo y esfuerzo en otro continente. Ya nos sentimos afortunadas de soñar con un objetivo así y de poder recorrer juntas el camino de la auto superación, tanto dentro como fuera de la cancha.


Somos opuestas complementarias en varios aspectos, la Nati a mi me da energía y ella me dice que yo le doy paz, nuestra pócima secreta para fluir en la cancha con pasión y calma.


Celebrar el punto gritando al cielo, dedicar el triunfo al sol que es nuestro guía y volver a respirar profundo para disfrutar un juego juntas mil veces más.
Te adoro amiga.

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