Alma

El alma nunca miente... Por Paula De Amesti

El alma nunca miente... Por Paula De Amesti

Siempre me ha costado escribir de mí. Esque hoy, recién a los 25 años puedo decir que me miro al espejo cada mañana y siento una concordancia casi perfecta entre como me veo y como me siento.

Yo creo que nuestros cuerpos son como envases que estamos constantemente modificando para que puedan contener bien la sustancia que realmente somos. Llámenlo conexión cuerpo-alma, calce, correspondencia, reconocimiento de una misma, seguridad, pride…como quieran, la cosa es que no siempre fue así. 

Crecí en un ambiente bastante acomodado y conservador. Familia deportista y exigente, colegio católico, curso de mujeres, mucho tabú, mucha heteronorma, poca diversidad, poca educación sexual.. en fin, se entiende. Nunca me faltó nada, pero mi naturaleza dentro de ese contexto me hizo sentir siempre muy confundida. En verdad, desde muy chica mis impulsos me dirigían a buscar todo lo que era de “niños” y no de “niñas”. Colores, ropa, juguetes, deportes, incluso formas de hablar y moverme…esa era yo. Pero no estaba tan bien parece, iba en contra de la corriente, era un outlier entre mis compañeras, me sentía diferente, incomprendida y fuera de lugar. Como cualquiera, caía en compararme con las demás y encontrar diferencias que me llevaban a pensar que algo malo había en mí.

Entonces, el envase empieza a cambiar, metamorfosis, que el envase diga algo que no soy pero que sea adaptado y aceptado. Feminidad forzosa, mejor no juego tanto fútbol, mejor me pongo mini y no pantalones, mejor me pinto las uñas con colores pastel, mejor hablo más agudo, mejor busco un pololo, mejor digo que si cuando quiero decir que no…¿Pero por dentro? El alma nunca miente y es agotador tratar de ser lo que no se es. El intento fue inútil, mis preferencias nunca cambiaron, mi esencia no se alteró. Diferente, me sentía diferente e incómoda en ese molde de “mujer” que a todas se nos impone y por sobre todo, con un nudo permanente en la garganta porque gran parte de sentirme diferente radicaba en mi orientación sexual. No me gustaban los hombres, me gustaban las mujeres, eso siempre estuvo y nunca me abandonó. Entonces dicotomía, confusión, culpa…soledad, miedo. Miedo a ser la única, miedo a salir del closet, miedo al rechazo, miedo a decepcionar, miedo a estar sola, miedo a ser yo, miedo a ser diferente.

Finalmente, entendí que tenia que usar ser diferente a mi favor y no en mi contra. Y fui yo con todo, sin negar lo que siempre fue inherente a mí, sin esconderme, sin pedir perdón, sin tener miedo, con irreverencia, siendo mujer a MI manera y haciendo de mi cuerpo, mis movimientos, mi actitud y mi voz, un envase que hoy me queda perfecto y me hace sentir bacán. Creo que cuando eso pasa, empezamos a atraer cosas y personas que solo nos reafirman lo importante que es ser reales y libres para poder pensar, expresar, trabajar, crecer y AMAR bien.

Yo tuve suerte, una vez que me desprendí de todos esos miedos me di cuenta de que la mayoría de las personas que me rodeaban y las que han llegado a mi vida desde entonces, me han hecho tener los mejores años de mi vida porque son y celebran la diversidad. No cualquiera puede decir lo mismo, es imposible mirar o entender la esencia o historia de cada persona, emitimos juicios y nos equivocamos porque vemos solo envases. Por eso creo que hay que respetarlos y celebrarlos en todas sus formas, tamaños, estilos y colores.

Puede que te interese

¡Permitirse Ser! por María José Ortúzar
Tener la suerte de poder compartir una pasión con una amiga del alma

2 comentarios

Maria Isabel

Maria Isabel

Paula, te felicito.
Me encanto como escribiste tu historia. Creo que a muchas personas les servira tu testimonio. Solo desearte lo mejor y que seas inmensamente feliz.

Macarena Gillet Infante

Macarena Gillet Infante

Querida Paula
Te encuentro una bacana. Siempre lo he pensado. Me acuerdo en el colegio lo mucho que me criticaron cuando hicimos el musical porque tu personaje era un hombre y podía “jugarte en contra” y lo hiciste increíble!! Cuánto prejuicio, cuánta ignorancia y cuánto miedo a lo diferente. Me encanta además ver cómo describiste esa etapa. Sin rencor ni resentimientos.
Te mando un abrazo muy grande estoy tremendamente orgullosa de ti

Dejar un comentario

Todos los comentarios se revisan antes de su publicación.

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la Política de privacidad de Google y los Términos del servicio.