Autenticidad

¡Permitirse Ser! por María José Ortúzar

¡Permitirse Ser! por María José Ortúzar

¡Permitirse ser!

Nací en 1990 y como toda mi generación fui programada para ser mujer de un hombre. Dueña de casa. De palabra precisa. Bien educada, el tenedor va a la izquierda. Inteligente y obediente, nunca cuestionar la palabra de dios y el hombre siempre tiene la razón. Ordenada, levanta la mesa y lava los platos. Atiende a los invitados. Al final, la misión era pasar desapercibida y servir sin ser notada. ¡Que solo tu belleza de qué hablar!

 

Suena a mil ochocientos, pero bajo esa información se desarrolló mi cerebro. Claro que empecé con instintos suicidas ¡JA! No iba a querer yo dejar este puto mundo. No podía vivir en este planeta, no me interesaban sus reglas ni menos el rol que tenía que cumplir. Suerte tengo que nunca tuve la fuerza para matarme, si no estaría descansando bajo tierra. Y más suerte tengo de que mis amigas hayan sido todas unas rebeldes sin causas que me marcaron el camino. Siempre haciendo lo que querían, y yo con la lucha interna “concha la lora me van a retar”.

 

La edad te da valentía y empecé a vivir. Yo aparentaba estar feliz y contenta, pero negra estaba yo como mi alma, oscura, triste, odiosa. Ojo, yo nunca me enteré a que se debía mi infinito sufrimiento, sentía que era de otro planeta, nada más. También tenía muy claro que me quería ir lejos, ir donde nadie pudiese verme. “Yo me voy. A penas pueda me voy a Italia” y eso hice.

 

Pero las ganas de desaparecer se vinieron conmigo y ahí estaba yo, sola en Italia con todo mi drama “¡De qué sirve vivir o dios de mierda que asco la puta vida!” gritaba para mis adentros a orillas del Mediterráneo, llorando desconsolada. “¡Vaya regalo que es la vida! ¡¿Cuándo me preguntó alguien si yo quería vivir?!”. Alto drama viví.

 

Al final de ese año algo pasó, me pillé a mí misma mirando a una mujer.
“¡No! Coté no, tú no, eso no NO NO NO”. Inmediatamente me marqué la pauta, yo iba a olvidar ese pensamiento.“Si solo pasa en mi cabeza no es real, no lo vuelves a pensar, no vuelve a pasar. Punto. Chao. Se acabó”.

 

Todos los días volví al supermercado en el que trabajaba ella a 10 KM de mi casa. Compraba un champiñón y me iba. Un champiñón y quizás tomate para disimular. Inocente paloma, no me había dado cuenta de que ya no había vuelta atrás. Pero lo seguí bloqueando y “aquí no ha pasado nada”.

 

Era claro, no pertenecía a otro planeta, simplemente siempre fui lesbiana. Por esto, ser mujer de un hombre me venía fatal, no podía imaginarme así, dueña de casa, con hijos. “Pobres niños” siempre pensaba. Se salvaron esos chiquis porque la vida me obligó a vivirla y me enamoré de una mujer, las ideas se convirtieron en realidad y con ello, tarde o temprano iba a tener que enfrentarme a ser yo misma a la vista de todos.



Los miedos me comieron viva “me había traicionado”. Había decidido vivir mi vida cuando antes había prometido lo contrario, me prometí ser soltera para siempre, y por siempre sería un secreto este pensamiento que no me atrevía a pensar, pero no pude contenerme. Ese es el problema de los secretos, hay que serles muy fiel o se escapan como la palta. Sanguchito de palta.

 

Yo ahora a mis 30 años sé que soy bien mala para guardar secretos de mi. No me sale y por eso escribo con lujo de detalle mi historia, soy un libro abierto y es así. Y cuando mi mamá me preguntó, después de un almuerzo dominical en el que le ladré a todos en la mesa, sin pudor ni vergüenza, tanto así que ni siquiera me acuerdo, mi mamá me contó después… Tuvo que ir a mi pieza  porque se quedó peinada con mis puteadas, y me preguntó “Coté, ¡¿qué te pasa?!” y yo “es que mamá, no quieres saber” … Si quería evitar preguntas, me había equivocado bastante… “Sí que quiero, dime, qué pasa?!” Mi mamá pensaba que tenía cáncer o peor. DRAMA ON. “Mamá, no me gustan los hombres” dije llorando desconsolada. “¿¡Es eso?! ¡Ya pero no importa, está bien!” … No me está entendiendo… “Es que mamá, me gustan las mujeres”. En mi recuerdo se hizo un silencio en mi cabeza. SLOW MOTION. Pum Pum latía mi corazón. El fin. The Horror. Apocalips now. Todo contenido en un segundo que luego se esfumó.

 

Mi madre se lo tomó muy bien, me abrazó y me dijo que estábamos juntas en esto, que ahora no era como antes y que no pasaba nada. Y yo me había torturado toda mi vida. Normal. Quería ser una buena hija, esa que se
queda en su molde, pero al final me tocaba ser buena hija en mi propio molde.


Si bien lo que vino después de esa primera y tan importante aceptación, fueron dudas e intentos de que todo quede atrás, que yo vuelva a ser “normal” con terapias psicológicas y que nadie se entere de esto… Eso también fue importante, porque me obligó a reafirmarme y a pararme más fuerte que nunca, mandar a mis padres a la mierda y decirles que se pueden ir a volver a nacer, porque yo soy así y ¡ya está!. Super woman me tuve que poner y de eso estoy muy orgullosa, por pararme por mí y no dejar que me pongan en duda. Mis papás nunca me dejaron de querer, soy una hija más en el libro de familia y son felices viéndome feliz.

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2 comentarios

Fran Valdivieso

Fran Valdivieso

Que seca eres Coté!
Desde chica en scout (5to y 6to, que fuiste nuestra jefa) siempre te admiré; yo y todas, por tu estilo, carácter y sentido del humor!! Porfa sigue así!
Eres un GRAN ejemplo y una GRAN mujer

rosario mena

rosario mena

Que mujer más valiente, intensa, infinitamente atractiva y compleja… Gracias por ser así tal como lo relatas, una valiente guerrera y sobreviviente de esta vida loca, que no deja de desafiarnos…
Seguro serás voz de muchas <3

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